lunes, 15 de septiembre de 2014

COPAGAR SEGÚN VALOR EN UN SNS

La presencia moderada de copagos en atención sanitaria, especialmente en el caso de los medicamentos, es un hecho controvertido pero constatado en la práctica en la mayoría de sistemas de salud financiados mayoritariamente con impuestos y con cobertura universal (Thomson y Mossialos, 2010; Tambor et al., 2010; Barnieh et al, 2014). Los copagos tradicionales eran obligatorios para el paciente (cantidad fija; porcentaje del precio o coste; deducibles o franquicias). Los nuevos copagos que se han empezado a aplicar en las dos últimas décadas en muchos países europeos, a diferencia de los tradicionales, son evitables y complementarios u opcionales (Drummond y Towse, 2012).

En el mundo de los copagos tradicionales, si la gratuidad favorece el sobreconsumo (riesgo moral) , una posible medida es imponer un cierto precio para corresponsabilizar al usuario y que éste frene su consumo. Por eso, una de las recomendaciones básicas para un buen sistema de copagos es que éstos deben ser más altos cuanto mayor sea la probabilidad de que exista riesgo moral, y más bajos cuanto mayor sea la eficacia o valor terapéutico, pudiendo incluso ser nulos. Para que esta contribución privada no quiebre el objetivo de equidad hay que ser muy cuidadoso en el diseño de los copagos. Y aquí las reglas mínimas son dos: los copagos, en general, deben ser moderados, y se deben establecer escalones y límites en función de la renta. Los problemas de eficiencia y de equidad imponen límites severos a este tipo de copagos (Puig-Junoy, 2013).

Las nuevas formas de copago responden a dos hechos de importancia creciente para la sostenibilidad de la sanidad pública con cobertura universal. En primer lugar, las decisiones sobre lo que se debe incluir o no dentro de la cobertura pública se basan cada vez más explícitamente en la disposición a pagar del seguro por mejoras incrementales en la salud y en la calidad de vida (Smith, 2013). Y, en segundo lugar, los precios, y los copagos entre ellos, se establecen de forma creciente según el valor de las nuevas tecnologías y medicamentos a partir de la evidencia científica, y se emplean como instrumento de gestión para incentivar a médicos y pacientes hacia una utilización sanitaria más coste-efectiva y de más valor. A este nuevo entorno corresponden copagos evitables y complementarios que adoptan diversas formas en la experiencia internacional.