by Jaume Puig-Junoy y Marta Trapero-Bertrán
En
España el valor terapéutico o el grado de innovación no parece ser un factor
clave en la determinación del precio de entrada de los medicamentos nuevos,
contrariamente a las expectativas y los resultados para los EE. UU., y para
Suecia, según encontramos en Puig-Junoy y González López Valcárcel
(2012).
Los
resultados de este estudio muestran que en un mercado altamente regulado, sin
ningún tipo de mecanismo de revisión periódica de los precios, los productos
terapéuticamente similares (me-too) siguen la misma estrategia de cream
skimming (elevados precios de entrada) que los más innovadores. Estos
resultados indican que las empresas biofarmacéuticas han estado utilizando el
mecanismo de regulación de precios para introducir novedades, con independencia
del grado de innovación, y principalmente como una forma de recuperar la
erosión que la inflación y las rebajas unilaterales de precios provocan en los mismos
a medida que transcurre el tiempo.
En
realidad, ni siquiera sabemos el coste por QALY de los medicamentos que de
forma centralizada se autorizan cada mes. Para empeorar las cosas, en respuesta
a las reclamaciones de transparencia, desde junio de 2012 han dejado de
publicarse incluso los precios de venta acordados por la Comisión
Interministerial de Precios de los Medicamentos para medicamentos nuevos y
sólo hacen públicas las bajadas de precios de los medicamentos que tienen
competencia (genéricos).
Hasta este
momento las políticas de financiación y de precio de los medicamentos están
basadas en criterios clásicos de seguridad y eficacia. Cuando sabemos que los
principales factores que impulsan el gasto sanitario son la adopción de
innovaciones y el aumento del uso por persona, mucho más allá de lo
justificable por el envejecimiento, es clave para la sostenibilidad de la
sanidad disponer de un procedimiento de evaluación independiente de la eficacia/efectividad
comparada o incremental y la relación coste-efectividad que permita adoptar
decisiones de financiación selectiva y de precio según valor. A diferencia de
la reforma de las
pensiones, el factor de sostenibilidad sanitario no se diseña de manera
automática según la esperanza de vida, sino según el valor de los tratamientos:
la evaluación de la eficacia incremental o valor terapéutico añadido, la
relación coste-efectividad y los umbrales de disposición a pagar por AVAC son
sus instrumentos.
La evaluación
económica de medicamentos –análisis coste-efectividad, coste-utilidad y
coste-beneficio- es una herramienta que incorpora criterios económicos al
proceso de toma de decisiones. Como es obvio, este elemento no tiene que ser la
única variable a tener en cuenta en la ecuación de la toma de decisiones, pero
si un elemento que debe informarlas y sobre el cual rendir cuentas. La
incorporación de esta herramienta en la toma de decisiones pretende facilitar
el acceso a las nuevas tecnologías sanitarias para todos los ciudadanos
teniendo en cuenta la sostenibilidad financiera del sistema sanitario público. Es una lástima el escaso progreso real
en España en el uso de la evaluación en la toma de decisiones a pesar de haber
tenido una de las primeras agencias de evaluación en Europa en los años ochenta
(la de Catalunya) y a pesar del elevado número de agencias (entre estatales y
autonómicas) y del elevado número de informes que emiten estas agencias.