domingo, 28 de octubre de 2012

SUS PRESCRIPCIONES SUENAN A ALDABONAZOS


Este título es lo que dice de mis opiniones hoy la periodista Eleva Sevillano en El País. A aldabonazos dice la periodista en El País de hoy (Extra SANIDAD), 28 de octubre, que suenan algunas de mis propuestas para la sanidad pública española. Resulta fácil apuntarse al carro, tan ideológico como estéril, de los predicadores de la segmentación de la sanidad –al puro estilo de predecir una sanidad para ricos y otra para pobres, con la excusa de que la sanidad es un negocio- sin aportar otra propuesta que más de lo mismo y mantener el status quo de quienes hoy perciben rentas de este servicio público. Más bien creo que el problema va en sentido contrario: no hay peor defensa de la sanidad pública que la que hacen aquellos que quieren mantener una situación que no sólo hace tiempo que es claramente insostenible sino que hoy ya es insolvente. Flaco favor hacen a la sanidad pública sus hooligans, no hay mejor garantía de fractura del servicio público que más valoramos los ciudadanos y contribuyentes que negar la necesidad de hacer cambios que nos ayuden no a tener más sanidad, sino más salud, y a tener una sanidad pública al servicio de los pacientes y no de los empleados y proveedores.
Este es el texto de las respuestas que dí a Miguel Angel García y Elena Sevilla, los dos periodistas de El País que han escrito hoy en el Estra Sanidad.

-¿Realmente hay margen para meter tijera al gasto sanitario sin que afecte, o sin que afecte demasiado, a los beneficiarios, o eso es buscar la cuadratura del círculo?
El margen es cada vez más corto, al menos a corto plazo. Menos de lo mismo -menos salarios y menos precios- no lleva a ninguna parte y se agota. Ahora toca reforma inteligente: dejar de gastar en tratamientos y procedimientos de escaso valor para la salud según criterios clínicos y científicos y pagar de forma selectiva por las innovaciones con un menor coste por año de vida ganado ajustado por calidad de vida.

-¿Cuáles serían sus principales recetas para ahorrar, dichas a modo de titulares?
Desfuncionarizar los profesionales sanitarios y convertir en emprendedores a los que trabajan en la atención primaria. Pagar por tener sanos y controlados a los pacientes con problemas de salud crónicos y no como ahora que se acaba pagando por ir más al médico o al hospital. Dejar de pagar fortunas por cualquier novedad sin tener en cuenta la aportación terapéutica. Abandonar la mentalidad de silo: lo que importa es lo que cuesta atender bien a un paciente, no si se gasta más o menos en medicamentos, compresas o horas de enfermera.

-Por qué agujeros pierde dinero, innecesaria y absurdamente, la Sanidad española. Y cómo parchearía usted esos pinchazos. Si tuviera la posibilidad no ya de parchear sino de cambiar íntegro el neumático, ¿qué errores, vicios, inercias evitaría a toda costa?     ¿Cómo sería su neumático?
Publicar una lista con criterios clínicos y científicos de lo que no hay que hacer, como ha hecho el NICE inglés o algunas asociaciones profesionales en US. Preocuparse por el paciente crónico que no acude a la consulta y que no cumple con el tratamiento, en lugar de verlo sólo cuando ha empeorado y acude a urgencias o ingresa en el hospital. Penalizar la no presentación a una consulta programada. Establecer criterios racionales y transparentes de priorización de las listas de espera. Acabar de poner orden en el diseño del copago farmacéutico (acabar con la distinción entre activos y pensionistas).

-Usted defiende un copago en función de la renta, gratuidad para los más pobres, independientemente de que sean pensionistas o no. ¿Qué vendría a resolver esta medida?
El copago debe tener un papel limitado en el SNS. Mejor si es un copago evitable y basado en criterios de efectividad, que si es obligatorio. Si es obligatorio, como ahora, que sea de importe reducido para todos, que se acumule la cifra total que paga un paciente por cualquier tipo de copago y que se ponga un límite máximo como un importe dado (Suecia) o un porcentaje de la renta (Alemania). Copago bajo o nulo para crónicos, es más barato pagarles para que se tomen los medicamentos que pagar el coste del incumplimiento terapéutico. Lo mejor: copagos evitables en los que el tratamiento más efectivo es gratis o casi gratis, y el paciente paga la diferencia hasta el precio de otros tratamientos más caros pero que aportan escaso valor para la salud; así se hace en muchos países europeos; en Francia, el copago depende del grado de necesidad y de la eficacia del tratamiento, cuanto más necesario y eficaz menor es el copago. No hay que olvidar que el copago disciplina no sólo al paciente sino también al médico, y eso no es un problema sino una ventaja ya que ayuda a un uso más racional de los recursos.

-¿Le parece que la gestión privada de los hospitales públicos es más eficiente y ayuda al ahorro?
La gestión privada de centros por sí sólo no es solución a nada. Es una ayuda si se saben diseñar bien los incentivos de los contratos y el sistema de control: contratos capitativos para una población determinada con controles sobre la calidad de la atención y el estado de salud, eso es mejor que pagar por ser (instalaciones) o por hacer más actos médicos. Un problema muy propio de la gestión privada con dinero público en nuestro país: poca o escasa transparencia en la información sobre los resultados de la atención en los diferentes centros sanitarios: necesidad de evaluar los experimentos de colaboración público-privado; a día de hoy no hay evaluaciones independientes y despolitizadas de estas colaboraciones.

- ¿El creciente aumento de los hospitales privados o semipúblicos que vemos en Cataluña, Madrid o Valencia, por ejemplo, se está haciendo a costa de detraer recursos de la sanidad pública?
Desde 2003 el gasto sanitario público por persona, descontando la inflación, ha crecido en más de un tercio mientras que nuestra renta estaba casi estancada. Esta situación no era entonces sostenible, y lo es menos ahora. Hemos actuado como si no hubiera coste de oportunidad: la profusión de hospitales pequeños de ámbito comarcal no sólo es demasiado costosa sino que es inapropiada en muchos casos desde el punto de vista sanitario; los resultados en salud son peores cuando se hacen menos intervenciones del mismo tipo. Este no es el único problema, en estos diez años no sólo ha aumentado el salario medio de los empleados en la sanidad pública sino que han aumentado de forma muy notable las plantillas sin que ello se traduzca, en muchos casos, en mejoras en el resultado ni en la calidad de la atención. 

- A su juicio, a corto plazo, ¿cuál será la radiografía, la fotografía básica, de la sanidad española? ¿Cuáles serán esas características o señas de identidad más relevantes tras los recortes?
Los recortes que se están haciendo a golpe de Real Decreto ley son poco útiles para la sanidad pública y además esta austeridad puede resultar poco saludable. Hacer menos de lo mismo -menos salarios y menos precios de los medicamentos- no sirve para hacer mejor las cosas, más bien lo contrario. Es urgente tomar medidas de gestión sanitaria más fina e inteligente: primero, revisar la cartera de prestaciones y adoptar innovaciones siempre que pasen demuestren una aportación terapéutica significativa respecto de lo que ya existe; y segundo, financiar las innovaciones sólo cuando el coste por año de vida ganado ajustado por calidad sea razonable; no tiene sentido pagar todo a cualquier precio, cosa que hace años no hacen ni Reino Unido, ni Alemania, ni Francia, por poner ejemplos cercanos. 

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