domingo, 9 de noviembre de 2014

REPENSANDO EL PAPEL DE LOS INCENTIVOS EN LA DONACIÓN DE SANGRE

El artículo de Slonim, Wang y Garbarino publicado en Journal of Economic Perspectives analiza los desequilibrios entre la oferta y demanda en el mercado de sangre a nivel internacional según el grado de voluntariedad y compensación en las donaciones así como el papel que pueden desarrollar los incentivos económicos para resolver estos desequilibrios.

El artículo utiliza datos públicos de la OMS para 144 países con el fin de analizar de forma gráfica y mediante modelos de regresión lineal: (i) la relación entre la oferta de donaciones de sangre per cápita y el nivel de renta (PIB per cápita); (ii) la relación entre esta oferta per cápita y la proporción de las donaciones de carácter voluntario; y (iii) la relación entre el carácter voluntario de las donaciones y las infecciones transmisibles a través de transfusiones de sangre, como indicador de seguridad. Por otro lado, el artículo analiza los resultados y las implicaciones de un experimento basados en la economía del comportamiento sobre el impacto de incentivos no monetarios sobre la oferta de donaciones de sangre.

La oferta de sangre por mil personas aumenta de forma proporcional con el logaritmo del PIB per cápita. Un PIB per cápita un 1% más elevado está asociado con 8,8 donaciones adicionales por persona. Se observa una correlación positiva entre la oferta por persona y el porcentaje de donaciones voluntarias. Ajustando por el efecto renta, la oferta de sangre es mayor en los países con donaciones voluntarias: un 1% más en la proporción de donaciones voluntarias se asocia con 0,12 donaciones más por persona. Se observa una relación negativa entre el porcentaje de sangre en la que se ha detectado una enfermedad transmisible mediante transfusión y el PIB: un 1% más de PIB se asocia con un 3,3% de infecciones transmisibles. No se detecta relación significativa entre el porcentaje de sangre obtenido mediante donaciones voluntarias y las infecciones.

Los resultados de un experimento realizado en Australia señalan como la escasez de oferta en determinados períodos se puede mitigar mediante la introducción de un registro de donantes de forma más coste-efectiva que las estrategias más utilizadas para aumentar la oferta. La perspectiva económica del registro consiste en informar a los donantes marginales sobre la escasez, o sea cuando el valor sombra de sus donaciones es más elevado. Se invitó a 2.588 donantes que no habían donado al menos durante los últimos dos años a inscribirse en un registro con la indicación de que sólo serían contactados si había una necesidad crítica de sangre. Posteriormente se invitó a donar a las 1.913 personas inscritas en el registro y a un grupo de control formado por otras 2.400 personas. El 9% de los inscritos en el registro donó sangre mientras que sólo lo hizo el 5,5% del grupo de control en las siguientes 4 semanas; esta diferencia se mantuvo cuando fueron llamados un año después.
    
En conclusión, los resultados a partir de datos agregados indican que los países con mayor proporción de donantes voluntarios presentan también un mayor volumen de donaciones, pero no hay evidencia de que una mayor proporción de donaciones voluntarias proporciones mayor seguridad en la oferta de sangre. Mecanismos de mercado no basados en precios pueden servir de motivación a donantes marginales de sangre cuando hay escasez de donaciones en relación a la demanda.

En los países ricos la mayoría de la oferta de sangre procede de donaciones voluntarias, en cambio en los países pobres una proporción importante de la oferta procede de donantes retribuidos y de familiares y amigos del paciente que necesita una transfusión. Según datos de OMS, el 36% de los países cubren sus necesidades con donaciones voluntarias mientras que otro 36% cubre al menos la mitad de sus necesidades por esta vía. A diferencia de las donaciones de sangre, obtenida de forma mayoritaria a través de donaciones voluntarias, el plasma se obtiene en una elevada proporción de donantes retribuidos en países como Estados Unidos, Alemania, y Austria. En Estados Unidos se obtiene el 70% de la oferta mundial de plasma, y el 81% se obtiene de donantes retribuidos. Un efecto de estas diferencias entre la oferta de sangre y de plasma es que el precio del plasma varía para equilibrar la oferta y la demanda, mientras que el precio de la sangre es más estable.
Con la evidencia disponible a día de hoy, está ya bastante bien establecido el efecto positivo de los incentivos monetarios y no monetarios sobre las donaciones de sangre. Las recomendaciones de la OMS y de otras organizaciones en las últimas cuatro décadas se han basado en la idea que los incentivos económicos reducen la cantidad y la seguridad de la oferta de sangre y que el mercado de sangre debe basarse únicamente en donaciones voluntarias. En parte estas ideas proceden del libro ya clásico de Titmuss, pero la evidencia de la última década no encuentra evidencia ni de efecto “crowding out” (reducción) de las donaciones ni de reducción de la seguridad debido a “peores” donantes”.
Todos los estudios disponibles con diversos tipos de incentivos, desde vales de compra hasta un día de fiesta en el trabajo, o con pequeñas compensaciones monetarias, muestran como los incentivos se asocian con un mayor número de donaciones. La aportación diferencial del estudio de Slonim et al es que hay incentivos que no sólo sirven para aumentar la oferta sino para reducir los desequilibrios cuando la oferta es más escasa. Existen ya muchas voces que ponen de relieve la necesidad de revisar las recomendaciones de la OMS a fin de tener en cuenta el posible rol de los incentivos.  
      

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