El artículo de Slonim,
Wang y Garbarino publicado en Journal of Economic Perspectives analiza
los desequilibrios entre la oferta y demanda en el mercado de sangre a nivel
internacional según el grado de voluntariedad y compensación en las donaciones
así como el papel que pueden desarrollar los incentivos económicos para
resolver estos desequilibrios.
El artículo utiliza datos públicos de
la OMS para 144 países con el fin de analizar de forma gráfica y mediante
modelos de regresión lineal: (i) la relación entre la oferta de donaciones de
sangre per cápita y el nivel de renta (PIB per cápita); (ii) la relación entre
esta oferta per cápita y la proporción de las donaciones de carácter voluntario;
y (iii) la relación entre el carácter voluntario de las donaciones y las
infecciones transmisibles a través de transfusiones de sangre, como indicador
de seguridad. Por otro lado, el artículo analiza los resultados y las
implicaciones de un experimento basados en la economía del comportamiento sobre
el impacto de incentivos no monetarios sobre la oferta de donaciones de sangre.
La
oferta de sangre por mil personas aumenta de forma proporcional con el
logaritmo del PIB per cápita. Un PIB per cápita un 1% más elevado está asociado
con 8,8 donaciones adicionales por persona. Se observa una correlación positiva
entre la oferta por persona y el porcentaje de donaciones voluntarias. Ajustando
por el efecto renta, la oferta de sangre es mayor en los países con donaciones
voluntarias: un 1% más en la proporción de donaciones voluntarias se asocia con
0,12 donaciones más por persona. Se observa una relación negativa entre el
porcentaje de sangre en la que se ha detectado una enfermedad transmisible
mediante transfusión y el PIB: un 1% más de PIB se asocia con un 3,3% de
infecciones transmisibles. No se detecta relación significativa entre el
porcentaje de sangre obtenido mediante donaciones voluntarias y las
infecciones.
Los
resultados de un experimento realizado en Australia señalan como la escasez de
oferta en determinados períodos se puede mitigar mediante la introducción de un
registro de donantes de forma más coste-efectiva que las estrategias más
utilizadas para aumentar la oferta. La perspectiva económica del registro
consiste en informar a los donantes marginales sobre la escasez, o sea cuando
el valor sombra de sus donaciones es más elevado. Se invitó a 2.588 donantes
que no habían donado al menos durante los últimos dos años a inscribirse en un
registro con la indicación de que sólo serían contactados si había una
necesidad crítica de sangre. Posteriormente se invitó a donar a las 1.913
personas inscritas en el registro y a un grupo de control formado por otras
2.400 personas. El 9% de los inscritos en el registro donó sangre mientras que
sólo lo hizo el 5,5% del grupo de control en las siguientes 4 semanas; esta
diferencia se mantuvo cuando fueron llamados un año después.
En
conclusión, los resultados a partir de datos agregados indican que los países
con mayor proporción de donantes voluntarios presentan también un mayor volumen
de donaciones, pero no hay evidencia de que una mayor proporción de donaciones
voluntarias proporciones mayor seguridad en la oferta de sangre. Mecanismos de
mercado no basados en precios pueden servir de motivación a donantes marginales
de sangre cuando hay escasez de donaciones en relación a la demanda.
En
los países ricos la mayoría de la oferta de sangre procede de donaciones
voluntarias, en cambio en los países pobres una proporción importante de la
oferta procede de donantes retribuidos y de familiares y amigos del paciente
que necesita una transfusión. Según datos de OMS, el 36% de los países cubren
sus necesidades con donaciones voluntarias mientras que otro 36% cubre al menos
la mitad de sus necesidades por esta vía. A diferencia de las donaciones de
sangre, obtenida de forma mayoritaria a través de donaciones voluntarias, el
plasma se obtiene en una elevada proporción de donantes retribuidos en países
como Estados Unidos, Alemania, y Austria. En Estados Unidos
se obtiene el 70% de la oferta mundial de plasma, y el 81% se obtiene de
donantes retribuidos. Un efecto de estas diferencias entre la oferta de sangre
y de plasma es que el precio del plasma varía para equilibrar la oferta y la
demanda, mientras que el precio de la sangre es más estable.
Con la evidencia disponible a día de hoy, está ya bastante bien
establecido el efecto positivo de los incentivos monetarios y no monetarios
sobre las donaciones de sangre. Las recomendaciones de
la OMS y de otras organizaciones en las últimas cuatro décadas se han
basado en la idea que los incentivos económicos reducen la cantidad y la
seguridad de la oferta de sangre y que el mercado de sangre debe basarse
únicamente en donaciones voluntarias. En parte estas ideas proceden del libro
ya clásico de Titmuss,
pero la evidencia
de la última década no encuentra evidencia ni de efecto “crowding out” (reducción)
de las donaciones ni de reducción de la seguridad debido a “peores” donantes”.
Todos los estudios
disponibles con diversos tipos de incentivos, desde vales de compra hasta
un día de fiesta en el trabajo, o con pequeñas compensaciones monetarias, muestran
como los incentivos se asocian con un mayor número de donaciones. La aportación
diferencial del estudio de Slonim et al es que hay incentivos que no sólo
sirven para aumentar la oferta sino para reducir los desequilibrios cuando la
oferta es más escasa. Existen ya muchas voces que ponen de relieve la necesidad
de revisar las recomendaciones de la OMS a fin de tener en cuenta el posible
rol de los incentivos.
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