La reducción en el número de nuevos medicamentos
que llegan al mercado, la caída de la productividad y una mayor competencia
cuando expira la patente o el período de protección han dado lugar a cambios
estructurales de calado desde principios de los años noventa en el sector
biofarmacéutico (Grabowski, 2011). En primer lugar se han producido diversas
series de fusiones horizontales de gran escala, lo cual ha aumentado el grado
de concentración empresarial del sector. En segundo lugar se ha producido un
proceso de desintegración vertical mediante la externalización creciente en las
etapas de descubrimiento y las primeras fases del desarrollo preclínico y
clínico, a través de alianzas y acuerdos con pequeñas empresas biotecnológicas
centradas en la fase de desarrollo.
Las oleadas de fusiones y adquisiciones en el
sector biofarmacéutico han sido recurrentes desde su inicio en 1989-1990,
seguidas con intensidad de mediados de los noventa a principios de los 2000,
hasta la más reciente de 2009-2010 con tres grandes fusiones (Pfizer-Wyeth,
Merck-Schering Plough, y Roche-Genentech) (Danzon y Nicholson, 2012). Desde el
punto de vista de una mejor comprensión y diseño de políticas para el sector
biofarmacéutico es importante analizar las causas y las motivaciones de las
fusiones y adquisiciones, así como de las alianzas. El análisis del impacto de
las fusiones, adquisiciones y alianzas puede resultar de utilidad tanto para el
análisis económico del comportamiento empresarial de este sector como para un
mejor diseño de las políticas de competencia y de fomento de la innovación.
Las razones convencionales que pueden justificar
las fusiones empresariales, según la teoría económica, son básicamente tres:
las economías de escala y de alcance; la adquisición de activos específicos o
de ciertas capacidades (por ejemplo, expansión en el extranjero o el acceso
nuevas tecnologías) que se pueden conseguir así de forma más eficiente que a
través del propio crecimiento; y el mercado por el control corporativo en el
que la adquisición es un mecanismo que permite mejorar el uso o la gestión de
los activos.
Danzon et al (2007) han analizado de forma
empírica los factores determinantes de las fusiones y adquisiciones de empresas
biotecnológicas durante los años noventa (período 1988-2001). A las razones
económicas convencionales estos autores añaden la hipótesis del exceso de
capacidad como motivación para iniciar una fusión que permita una
reestructuración de los activos que han experimentado un shock, ya sea por
cambio tecnológico o por una desregulación. En el caso del sector
biofarmacéutico esta hipótesis se concretaría en la motivación para llevar a
cabo una decisión de fusión a partir de la finalización de patentes que no
encuentran sustituto en la cartera de resultados esperables de la I+D de la
propia empresa, y que crean un exceso de capacidad tanto física como de
recursos humanos especializados en ventas y marketing.
El exceso de capacidad es menos relevante para el
caso de las empresas biotecnológicas muy pequeñas especializadas en la
inversión en I+D destinada a moléculas concretas o a tecnologías relacionadas
con la fase de descubrimiento, las cuales pueden tener valor para las grandes
farmacéuticas tradicionales. Estas empresas necesitan conseguir financiación
externa, ya que generalmente no disponen aún de un flujo de ingresos de
productos aprobados. La financiación externa procede bien de capital riesgo bien
de alianzas con empresas de mayor tamaño. Desde mediados de los años noventa
las empresas biotecnológicas más maduras empezaron a abandonar la
especialización única en la I+D en un proceso de integración vertical de
actividades de producción y comercialización de sus propios productos, con los
mismos problemas futuros en cuanto al posible efecto reemplazo que las
farmacéuticas tradicionales.
Los resultados de Danzon et al (2007) para
fusiones de empresas con un valor bursátil de más de 500 millones de dólares
confirman la hipótesis del exceso de capacidad que sigue a la finalización de
patentes sin sustitución en la cartera de innovaciones como principal motivación
de las grandes empresas para emprender fusiones y adquisiciones. Las empresas
con mayor valoración bursátil son más propensas a emprender fusiones, lo cual
también apunta la influencia de las economías de escala en este sector. Sin
embargo, los resultados indican que las fusiones cuya motivación reside en
conseguir ahorros de costes debido a la falta de resultados de la I+D y en las
economías de escala no consiguen mejores resultados económicos a largo plazo.
Las empresas pequeñas que se han fusionado experimentan un crecimiento más
reducido tanto en las ventas como en la inversión en I+D en los años
inmediatamente siguientes a la fusión. No solo la inversión en I+D, sino
también la productividad de las empresas fusionadas, medida a través del número
de patentes, se reduce según los resultados del estudio de Ornaghi (2006).
La tasa de beneficio experimenta una mejora, en
cambio, cuando la compañía que hace la adquisición de una empresa
biotecnológica de tamaño reducido ya tenía una alianza previa con ella en la
fase de desarrollo, y cuando ambas tienen inversión en I+D y experiencia en la
misma área terapéutica (Higgins y Rodríguez, 2006).
Los estudios disponibles no apuntan a mejoras en
la innovación como resultado de las fusiones y adquisiciones. Únicamente se ha
documentado que entre 1990 y 2006 después de una fusión es más probable que un
proyecto de investigación pase de una fase de desarrollo clínico a la siguiente
(Grabowski y Kyle, 2012). Sin embargo, desde el punto de vista de los resultados
y de la eficiencia en la gestión de la I+D, lo que sería relevante es
precisamente que los proyectos que no van a tener éxito se abandonen lo antes
posible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario