Artículo publicado en CORREO FARMACÉUTICO 9-15 abril 2012 , por Juan Oliva y Jaume Puig-Junoy
Recientemente se publicaba en el CF, 9-15 de enero, la noticia de que la ANEFP proponía al Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad desfinanciar varios grupos terapéuticos (lágrimas artificiales, mucolíticos y antidiarréicos), con un ahorro estimado para las arcas públicas de de 131 millones de euros, sin generación de problemas de salud añadidos, y con posibilidad de ampliar a un futuro a otros grupos terapéuticos (antitusivos, laxantes, antiácidos, antivirales tópicos, antihistamínicos, analgésicos no narcóticos y los antimicóticos).
Para los autores de estas líneas un mayor énfasis en la educación sanitaria y en la responsabilidad individual hacia el cuidado de la propia salud son valores a promover en el marco de nuestro Sistema Nacional de Salud. Para tomar decisiones de inclusión/exclusión en la cobertura pública quizás sería buen criterio valorar también la evidencia sobre eficacia y coste-efectividad, además de considerar el carácter menor de los síntomas, así como identificar los incentivos más adecuados para favorecer el autocuidado.
En el caso de las listas negativas de medicamentos (sacar fuera del paquete de fármacos financiados públicamente a un conjuntos de medicamentos), contamos con lecciones aprendidas en otros países de nuestro entorno en momentos demasiado recientes como para desestimar sus experiencias. En el año 2011 Özden Gür y Basak publicaron en la revista European Journal of Health Economics el efecto de la desfinanciación de medicamentos sobre el gasto farmacéutico en Turquía, tanto de los medicamentos dejados de financiar como de las alternativas terapéuticas que continúan siendo financiadas. El gasto anual en los medicamentos desfinanciados se redujo de forma notable, pero por el contrario el gasto en las alternativas potenciales aumentó de forma muy destacada después de la intervención. El impacto neto de la intervención sobre el gasto para el conjunto de los cuatro grupos terapéuticos fue nula. Lo comido por lo servido.
En Francia desde el año 2006 se han venido desfinanciando medicamentos de baja o nula eficacia para síntomas menores como los mucolíticos y expectorantes. El número de visitas a pacientes con problemas respiratorios agudos a los que se prescribía un mucolítico o expectorante antes de la intervención cayó a menos de la mitad. Sin embargo, simultáneamente, se produjo un aumento en la tasa de prescripciones de supresores de la tos y de otros broncodilatadores todavía financiados. Esta intervención ha reducido el gasto público pero ha tenido un éxito económico y sanitario sólo muy parcial. Al cabo de 4 años, la sustitución por antitusivos compensa el 55% del ahorro en mucolíticos y expectorantes.
Bien por una mayor presión del usuario que acude a la consulta y que solicita un medicamento con financiación pública, bien porque el prescriptor asume el papel de agente que protege más los intereses de su paciente que las cuentas públicas, se produce un efecto de traslación o sustitución de los medicamentos que dejan de ser financiados por otros aún con cobertura pública.
Varios de los medicamentos señalados como objetivo de desinversión pueden comprarse sin receta en España. Por tanto, los ciudadanos que deseen adquirir estos productos sin pasar por la consulta médica pueden hacerlo libremente. La simple exclusión, de forma aislada, no es garantía por si sola de mejor autocuidado. Una medida unilateral de desfinanciación pública de estos y otros productos, sin las necesarias explicaciones, podría causar desafección entre usuarios y prescriptores, lo cual derivaría en un fuerte efecto sustitución. Desfinanciar algunos grupos completos de fármacos para síntomas menores podría ser una medida integrada en un programa de promoción de la educación para el autocuidado del paciente. El papel del prescriptor y de la gestión sanitaria es clave para ello así como para evitar que la sustitución convierta una buena idea en un resultado incierto.
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